viernes, 27 de noviembre de 2009

Derechos de autor

DERECHOS DE AUTOR

Historia kafkiana de José Melabajo

El pobre de José Melabajo se tomó la quinta cerveza y se echó a dormir. El estruendo de la puerta volteada lo despertó mal. Tres hombres los estaban mirando muy seriamente. Comenzó el siguiente diálogo:
José Melabajo (en adelante JM): - ¡Lo que me faltaba: soñar con la Gestapo!
- No se haga el gracioso. Somos el FBI. Agente Smith, dijo mostrando la placa tan rápidamente que provocó el aplauso de sus dos ayudantes.
JM: - ¿FBI?
Smith: - Sí, Fundación Bienhechora de la Industria. Usted es un un delincuente y queda detenido.
JM: - ¿Yo qué hice?
Smith: -Ha violado los derechos de autor al descargar ilegalmente el tema "Tengo piojos" de JJ el rappero, crimen contemplado en la Ley de Defensa de la Patria Empresarial.
JM: - Pero si decía "free download".
Smith:- Es verdad.
JM: - Entonces la web cometió el delito.
-Smith: - No, pues en letra bien pequeña aclara que sólo publica los enlaces a las descargas y que no hace depósito de archivos. Tiene derecho a una llamada y todo lo que diga, deje de decir y piense decir será usado en su contra. Vamos.
Y José Melabajo, junto con su PC, es condenado a una multa sideral.
La página web decía claramente "Descárguelo gratis".
En U.S.A. una adolescente tuvo que pagar, si mal no recuerdo, 80.000 U$S de multa. Le convenía comprar la disquería.
En Argentina ya hay 100 enjuiciados por lo mismo: bajar música ilegalmente.
Un músico recibe como regalías por la venta de sus discos el 4% del precio. Si el disco tiene unas 12 canciones, por canción cobra 12 centavos.
Si es argentino y logra vender 100.000 copias, número reservado a muy pocos, logrará 140.000 pesos, es decir, 11.666 pesos mensuales. Es dudoso que pueda sacar más de un disco por año. Si de esos 11.666 pesos descontamos los impuestos, instrumentos, ropa y todos los gastos propios del oficio, entenderemos por qué hasta Sinatra cantó en púbico mientras pudo: el disco sólo es negocio para las discográficas.
En Francia cierran la cuenta de conexión a Internet en la tercera vez que detectan una bajada ilegal. Es decir, están vigilando lo que uno hace.
Dejemos los números.
Tengo en mis manos dos discos: uno argentino y otro italiano.
En letras pequeñas están especificadas todas las prohibiciones que supongo legales. De entre los dos rescato las siguientes:
Préstamo
Ejecución pública
Canje
Préstamo y canje:
Yo compré el disco. Es disco es mío. Puedo quemarlo o romperlo. Si el disco es mío, puedo prestarlo, como presto una lapicera. La famosa propiedad privada es negada por los que la defienden. Un papel me dice que no puedo prestar o canjear algo que es de mi propiedad. Es decir que a mi amigo no le puedo prestar algo porque es ilegal. No conozco otro caso.
Ejecución pública:
Aquí me pierdo. No sé realmente qué entender por ejecución pública. Si es el hacerlo sonar (la reproducción está prohibida también así que tener un reproductor de compactos es delictivo) entre un grupo de personas, entiendo que sólo lo puedo escuchar a solas. El hacerlo en una fiesta sería hacerlo en público.
La duplicación está prohibida y no entiendo para qué venden aparatos que copian discos, si no se puede hacer.
Un muy popular programa de PC, cuyo nombre recuerda a un emperador, ofrece entre otras cosas el poder ripear (convertir un disco de música en archivos mp3), compartir vía Internet esos archivos, gravar archivos MP3 como discos comunes y, por supuesto, copiar CD.
Los músicos, en todo esto, miran de afuera. La verdadera ganancia está en las actuaciones en vivo. El disco, para ellos, no es más que publicidad. El negocio del disco es para los empresarios.
El hombre común está obligado a pagar 35$ por un objeto que cuesta en realidad 2 o 3 $. Ni tiene ningún derecho sobre ese objeto comprado, excepto el de escucharlo casi solo. Si el producto no lo satisface, no hay devolución o reclamo. Si el melómano quiere o necesita alguna grabación que en su zona no se consigue no puede hacer nada. Le ofrecen lo que se vende mucho, lo que el distribuidor le trae.
Hay un disco de música griega antigua. No conozco forma de hallarlo. Las disquerías no saben de qué hablo. Y debo aceptar que escucho lo que los fabricantes quieren que escuche, y que lo que yo quiero escuchar deberé pagarlo a precio de oro, si lo consigo.
Y si una persona tiene la buena voluntad de acercármelo, cometeremos un delito privando al intérprete, si vive, de su 4%.
No puedo hacer con un objeto de mi propiedad lo que mejor considere, no tengo acceso a una manifestación cultural porque a la industria no le parece negocio, no puedo compartir producción musical con otra persona que no tiene acceso a ella.
Demasiadas prohibiciones hacia el conocimiento, el arte, la comunicación, con un solo y exclusivo beneficiario: la Empresa.

1 comentario:

  1. O sea que dentro de muy poco tiempo no vamos a poder escuchar música ni a solas. No sólo Francia vigila, es la que conocemos supongo. Ésto me hace recordar al chip implantado en la palma de la mano o algo así y pensar que sólo somos títeres de unos pocos que manejan hasta lo que podemos escuchar, leer, comprar, vender y qué más?, ah sí!...pensar, opinar, la famosa libertad de expresión que nos van quitando de a poco o demasiado rápido según mi punto de vista. Es lamentable, pero real. Me gustaría encontrar una solución, con tantas personas inteligentes, idóneas que nos rodean algo debería surgir sin mediar el poder aunque suene a utopía, no pierdo las esperanzas a pesar de saber que contra los poderosos poco y nada se puede hacer.

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