jueves, 28 de octubre de 2010

Un Presidente ha muerto

Ha muerto el Presidente Kirchner. Hoy lo están velando.
Llegó a presidente por descarte. Cuando la República Argentina se desmembraba, destruida por la usura, el neoliberalismo asesino, el más profundo desánimo, la miseria como destino, nadie quiso hacerse cargo del puesto. No había dinero ni más préstamos aviesos. Se había conseguido emborrachar a un pueblo entero con basura importada y farándula. La Política se había degradado a simple gestión contable. La voz cantante era la de las empresas y los bancos que hacían sus negocios sin control alguno.
El señor Duhalde, presidente (con minúscula) elegido quién sabe por quienes, ofreció el cargo a varios, como si se tratara de una braza ardiente, que lo era. Nadie lo quiso. Lo aceptó Néstor Kirchner. Se supuso que era otro pelele.
Cuando se desveló como Presidente nacional, el asombro fue de todos. Llegó al cargo con el 22% de los votos. Su principal opositor, Menem, se retiró de la segunda vuelta para dejarlo sin representatividad y para no hacer patente la derrota. Cosa de cobardes ignominiosos. Ni así lo debilitaron.
Demostró su coraje excepcional. Una coherencia pocas veces vista.
No soy peronista ni mucho menos.
Al poco tiempo comenzó a gustarme ese hombre.
Cuando lo vi ordenando a un militar que retire la foto del dictador homicida Videla de las paredes del Colegio Militar, lo sentí un amigo, o un compañero, o un igual. Porque él hizo lo que yo hubiera hecho, lo que siempre quise ver que alguien hiciera.
Creo que hizo lo que nadie en lo que llevo de vida.
Anoche una multitud se reunió frente a la Casa de Gobierno. La gran mayoría, jóvenes. Aún hoy están allí. Despiden a un gran Presidente los jóvenes. Los que habían sido descartados al destruir el futuro están allí.
De un país muerto, endeudado escandalosamente, hizo un país pujante. Nos sacó de encima al Fondo Monetario Internacional. Los Derechos Humanos estuvieron primero, como nunca y como en ningún otro país del mundo.
Los empresarios han ganado más que en los últimos treinta años. Claro que aún se quejan como siempre. Nada les alcanza.
Ya no veo las filas de vecinos esperando recibir unos paquetes de fideos. Eso para mí es la mejor prueba de que todas las críticas son mezquinas.
Su esposa Cristina Fernández lo sucedió. Hoy es su viuda. Nunca un Presidente fue tan atacado y hasta insultado impunemente como ella. Y el país sigue creciendo aunque los medios de comunicación (no creo que lo sean) insisten en que la República Argentina está en ruinas. Nunca se mintió tanto, excepto cuando se decía lo contrario. Cuando se decía que todo estaba bien y millones penábamos en la miseria, sin fe alguna, convencidos de que no había otro destino que durar.
Este hombre se enfrentó al FMI, al monopolio mediático, a la Iglesia Católica, a su propio partido político, a todo el aparato conservador para resumir. Ese aparato siniestro que no tiembla a la hora de matar, difamar, torturar, con el miserable fin de mantener privilegios pequeños, deleznables, de tan corto alcance que producen vergüenza ajena.
Ha muerto, en fin, un hombre que dio su vida por un proyecto nacional. Cualquier otro, yo mismo, se hubiera quedado en su casa sabiendo su salud comprometida. Pero no. Presidente de la UNASUR, medió entre Colombia y Venezuela. Los medios no le dieron importancia. Lo importante para ellos era dibujarlo con un ojo torcido, decir que todo está mal o poner en primer plano a cualquier supuesto experto que anuncie desastres.
Néstor Kirchner supo poner a la vista al enemigo. Dejarlo desnudo frente a todos. De ahí el odio hacia él y hacia su esposa, hoy Presidente.
Supo poner en marcha a un país muerto. De ahí el odio del aparato conservador, que vive de la muerte.
Supo tener coraje, de ahí el odio de los ínfimos.
Los que queremos ver con los propios ojos y pensar con la propia mente, podemos tener ideas propias. Erróneas o no, propias. No inducidas por miserables que hasta intentaron boicotear un Censo Nacional (y no lo lograron). O miserables como el diario La Nación, que con el cuerpo aún tibio del ex-Presidente, publican un desperdicio de tinta diciendo lo que ahora la Presidente debe hacer. Claro, para esos buitres, una mujer no piensa, obedece a algún hombre.
Mi esposa hoy despertó llorando. Pero es una mujer ignota.
El Presidente de Bolivia lloró también. Pero es un indio.
Hay dos quilómetros de fila para despedir a Néstor Kirchner. Pero son los nadie.
Ayer tuve el gusto de ver y escuchar a hombres y mujeres de la cultura nacional reflexionar y emocionarse.
Hoy yo, un nadie, me permito preguntarme:

¿Queremos salir de la Matrix?
¿Tendremos la decisión de ver los hechos y no lo que se dice de ellos?
¿Podremos hacer ejercicio de la razón, aunque parezca sinrazón?
¿Sabremos dejar de ser correctos y pasar a ser justos?

Hace ya infinitos días, en una sede del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria se realizó un encuentro de productores de huertas orgánicas. Yo estudiaba eso y fui con ellos. Estuvo el Presidente Kirchner. Dio un pequeño discurso. A la hora de los aplausos, me incorporé y lo saludé con el puño en alto. Y entre todos lo que allí había, distinguió a un utópico como yo y lo miró, sonrió y le respondió el saludo con su puño.